Las deudas no aparecen muy claras en las cuentas provinciales. Han aumentado de manera notable en los últimos años, mientras nadie reclama el ajuste de los fondos de coparticipación que nos corresponden. Es otra observación del semestre concluido.

Si hay un tema que el gobierno provincial disimula con elegancia, es el de la deuda pública. Resulta bastante difícil conocer cuánto debemos los entrerrianos. Los motivos de esas obligaciones son distintos. Más aún es imposible saber cómo haremos para pagar esa plata que algún día nos ha de ser requerida por uno o muchos acreedores. 

Por el momento no se discuten los motivos del endeudamiento. Sin duda son varios y muy diferentes. Es muy posible que la mayoría encuentre justificación. De ahí que sea necesario conocer el problema en toda su dimensión. 

Esto intentó hace dos años y cuatro meses el actual titular de la Administración Tributaria de Entre Ríos (ATER), Marcelo Casareto -en sus tiempos de opositor-, cuando estimó en 4.583 millones de pesos la deuda provincial, señalando al gobernador Urribarri como responsable de haber aumentado la deuda en 51% entre 2007 y 2011. Las cosas cambiaron, hasta por ahí nomás. Casareto ascendió a recaudador, pero los números no se modificaron demasiado. 

Los números oscuros...
Cuentas no oficiales, aunque elaboradas sobre datos oficiales, permiten establecer que la deuda pública entrerriana al cierre de 2007 era de 3.028 millones de pesos (consolidada) más 339 millones (flotante); es decir 3.367 millones. Cuatro años más tarde, al concluir en 2011 el primer período de Urribarri, sumaba 4.412 millones. Al cerrar 2012 Entre Ríos adeudaba 4.988 millones de pesos (consolidada) y 2.083 millones (flotante); de modo que la deuda provincial era de 7.071 millones al pasado 31 de diciembre.

En el primer semestre del año las cifras han crecido, según permite suponerlo la emisión de letras de Tesorería, mecanismo legal instrumentado para enfrentar “necesidades de caja” (en criollo falta de plata). Con la última operación licitada el viernes pasado, en lo que va del año se han emitido letras por 425 millones de pesos. Que también habrá que pagar, claro está. 

Si a estos números se añade que el presupuesto de este año fue aprobado con un déficit de 1.400 millones de pesos, es fácil entender la compleja situación financiera de la provincia, que seguramente se acentuará en el semestre iniciado.

Hay una forma de aliviar y hasta revertir la tendencia: reclamar a la Nación lo que nos corresponde legalmente por coparticipación. Pero, bien se sabe, este gobierno nacional es unitario. Artigas hace falta. No un dibujito de Artigas, sino su idea y su acción. 

Es mas, a la Nación Entre Ríos le adeuda 2.321 millones de pesos, dentro de los números arriba expresados. Es la cifra del convenio firmado en diciembre de 2011 que la Provincia deberá comenzar a pagar a fines del año en curso. Otro compromiso. 

El camino al más allá...
Otra deuda -y bastante gravosa- es la de los caminos entrerrianos. Hubo abundante propaganda para anunciar hace dos meses la inauguración de la ruta Ramírez-Aranguren. En buena hora. Actos, festejos, publicidad. Pero son ocho kilómetros… 

El trágico siniestro vial del miércoles último en la ruta 20, a la altura de Rincón del Gato, incentivó las reacciones por el mal estado de esa vía de comunicación. Nadie ha asegurado que la muerte de cinco personas sea producto del deterioro de la carretera, pero quien circule por la misma, entre Basavilbaso y Gualeguaychú, puede dar fe del peligro que representa la sucesión de baches y la falta de señalización horizontal. 

La muerte de un matrimonio en marzo de 2011, impulsó al vecindario de la zona a integrar una comisión para gestionar soluciones. Tras dos años y tres meses de trabajo vecinal con el apoyo de varios intendentes, días pasados se licitaron las obras. El gran despliegue publicitario de ese acto no alcanzó para disimular la verdad. No se trata de una reconstrucción de la ruta, sino de tareas de bacheo, tratamiento asfaltico y pintura entre Urdinarrain y la autovía 14, es decir 40 kilómetros de los 92 que comprende el tramo afectado. Del comienzo de los trabajos no hay fecha.

En el mismo sentido se inscribe el problema de la ruta 51. A fines de abril se firmó el contrato para asfaltar el tramo Urdinarrain-Parera, después de unos cuantos años de gestiones. Por fin. Pero apenas se detalló que se trata sólo de 15 kilómetros, es decir un tercio de la obra completa hasta Larroque. 

Hace cuatro meses se anunció el comienzo de la reconstrucción de la ruta 11 en el tramo Diamante-Gualeguay. Son 182 kilómetros, de los cuales el tramo Victoria-Molino Doll está en buenas condiciones, es relativamente nuevo y no necesita reparación alguna. De modo que la longitud a reconstruir es de 42 kilómetros menos. Pese a todo no se advierte movimiento de obra.

Del acto de iniciación de la autovía 18, realizado en Concordia con la presencia de la Presidenta de la Nación, han pasado dos años y cuatro meses. Era campaña electoral. La lentitud de las obras es notable. “Se avanza”, suele informarse. Pero bastante poco. 

Ni hablar de la ruta 127. Mientras aumenta el deterioro entre el cruce de la ruta 12 y Federal, es poco menos que intransitable el tramo Federal-San Jaime de la Frontera (82 kilómetros), sin indicio alguno de obra. Se dirá que es ruta nacional, lo mismo que la 18, pero interesa de igual manera a los entrerrianos. Además -se dice- es una de las carreteras del Mercosur. Su estado grafica la importancia que nuestros gobiernos otorgan al acuerdo regional.

Así estamos a mitad de año. Debiéndole a cada santo una vela.

Mario Alarcón Muñíz

FUENTE:
"EL DÍA" Diario de Gualeguaychú