En el mes de abril recorrimos el lugar con un profesional en la materia, quien realizó las mediciones estimativas, las que indican que el nuevo puente no permitiría escurrir con normalidad las aguas en los casos de lluvias extraordinarias.

Todo indica que el nuevo puente, cuya construcción está paralizada desde 2013, no contempla el normal escurrimiento de las aguas en relación a las lluvias que se dan con un ciclo de aproximadamente diez años.

El nuevo puente permitiría solo la evacuación de aproximadamente sesenta metros cúbicos (60m3) de agua por segundo, cuando en el mes de abril de este año, el pico de escurrimiento del agua caída en las intensas lluvias, el caudal habría sido de entre ochenta y cinco (85) y noventa (90) metros cúbicos aproximadamente por segundo. 

En la ocasión el desborde de las aguas del Arroyo El Salto por sobre el nivel de la calzada se desplegó, esto es, pasó por encima de la misma, en un frente de más de doscientos (200) metros de longitud, debiéndose, en consecuencia, interrumpir por varias horas el paso vehicular y la altura de la escorrentía superó en aproximadamente cincuenta (50) centímetros en promedio el nivel de la calzada de la mencionada ruta.

La empresa constructora, ante la interrupción de las obras, no habría removido el terraplén de paso levantado para la ejecución del nuevo puente, lo que constituyó un importante obstáculo al escurrimiento de las aguas potenciando el impacto del evento con incremento notable de los daños a propietarios ribereños.

Tampoco estaría prevista la construcción de aliviadores y de una calle colectora para facilitar el acceso vehicular de los vecinos del lugar a sus respectivas propiedades y mejorar las condiciones de seguridad vial en la zona.

FUENTE:
JORGE MONGE - Diputado Provincial